Usar y tirar

¿Hasta dónde nos ha conducido el consumismo que no pensamos más allá de nuestra propia comodidad? Cada vez que salimos al campo, a la playa, o hacemos una fiesta en casa compramos decenas de platos, vasos y cubiertos de plástico. ¿Es esto necesario? ¿Somos conscientes de que esta isla tiene una limitación de espacio y que ella aumenta cada día más porque no cabe más basura? ¿pensamos alguna vez que vivimos como los pajaritos en sus jaulas, llenas de excrementos y restos de comida? Pues es así. No soy catastrofista. La basura ya no cabe en Tenerife. El vertedero de Arico está próximo a colmatarse, ¿y luego qué?

Cada fin de semana los merenderos públicos se llenan de plásticos que irán a esas celdas. Este fin de semana me ha tocado a mi y a mis amigos irnos a celebrar un poco de monte. Les pedí que llevaran cada uno su plato y su vaso. Al regreso, fregué tres platos y dos vasos. No tiré estos resíduos a la basura, no me costó ni un duro. Tampoco me cansé limpiándolos, lo hice muy rápido.

En el monte, donde estábamos había tres papeleras y tres contenedores, y un iglú para el vídrio. Ningún contenedor amarillo. Así que los platos, los tenedores inservibles, los vasos, todos a Arico.

Sé que mucha gente piensa "total, sólo es una vez cada cuatro o cinco meses", pero y ¿si eliminamos ese pequeño residuo? (hasta nos sale más rentable) y si miles de personas eliminan ese plato, o ese vaso? ¿cuanto espacio ahorraremos?

Mi conciencia está tranquila a medias, revuelvo en los contenedores que están frente a mi casa para separar lo que mis vecinos no colocan en su depósito correspondiente, sin más esfuerzo que un gesto. Me da mucha rabia, mucha impotencia.

Y mientras, más basura.

Se cumple esa afirmación que dice que el animal más parecido al hombre es el cerdo. A los dos no les importa regodearse en sus propios excrementos.