21 noviembre, 2007

MANIFIESTO DE ADHESIÓN A LA MANIFESTACIÓN DEL 24 DE NOVIEMBRE DE 2007

Un año más, todos juntos, incansables y esperanzados, volvemos a vernos en las calles de Santa Cruz.

Que suenen los tambores, que se oigan los pitos y las canciones, se clamoreen nuestros deseos, se muestren nuestras pancartas, y se demuestre

UN AÑO MÁS

Que no nos engañan, que sabemos lo que hay detrás de todas esas macro-infraestructuras que quieren realizar con nuestro dinero, y a costa de nuestra forma de vida, de nuestras costumbres y de nuestra naturaleza…

Que no pueden con un pueblo concienciado, que no creemos en sus medios de des-información, que no vencerán con la mentira ni con la demagogia…

UN AÑO MÁS

ejerciendo nuestro derecho democrático de participación política directa, para que los Gobiernos escuchen la voz de una ciudadanía que no se siente atendida ni respetada, que exige responsabilidad pública ante los problemas sanitarios, educativos, sociales, ambientales y territoriales.

QUE ESCUCHEN

que no queremos la ampliación del aeropuerto de Los Rodeos, por todo lo que ello implica de pérdidas de suelo agrícola, de identidad, y calidad de vida, así como una mayor dependencia alimentaria del exterior,

que no se hará la Vía Exterior, cementando los pocos cientos de hectáreas de campos fértiles para la agricultura que quedan en La Laguna, y arrancando un modo de vida inherente a nuestras gentes, a su subsistencia y a sus valores…

que no sigan engañando más con los beneficios del anillo insular, que sólo destroza más suelos rústicos, expropia más casas, destroza más formas de vida y hace huir a la gente de sus comarcas. ¡Que fomenten el desarrollo rural y el empleo sustentable en esas zonas y mejoren las carreteras actuales!

que no seguirán destruyendo la costa con más puertos indecentes, para yates, echando abajo las casas de los más humildes…

que no queremos más excavación de áridos en Güimar, ni más turbinas en Chío, ni en otros lugares…


que hemos conseguido durante siete años paralizar la construcción del devastador Puerto de Granadilla, ¡ Y LO VAMOS A SEGUIR PARALIZANDO SIETE AÑOS MÁS, Y CIEN AÑOS MÁS! Porque en realidad el Puerto ése, no se va a hacer ¡NUNCA!...


PORQUE QUEREMOS

que cambien el modelo económico de las islas, que respeten los suelos rústicos, que fomenten las energías renovables y los empleos sostenibles y respetuosos con el medio ambiente, que inviertan en trabajos sociales, sanitarios, educativos, culturales, ambientales…

que modifiquen las subvenciones y las exenciones fiscales en Canarias para mejoras en la renta y el empleo agrario…


que no malgasten el dinero público en obras faraónicas y lo inviertan en formación a largo plazo para todos los canarios,…


POR ESO…


Por nuestros campos de cereales, por nuestras huertas de verduras y nuestros frutales, por la costa agreste de Tacoronte, del Sauzal, Anaga y su Litoral, por las playas de El Médano Las Teresitas y por Montaña Roja, por nuestros barrancos, por el aire que respiramos, por todos los trabajadores y trabajadoras en lucha de educación y sanidad, por todos nosotros y nosotras, les decimos a nuestros políticos:


¡DEFENDEMOS NUESTRO TERRITORIO, NUESTRO FUTURO!


ACUDE A LA MANIFESTACIÓN DEL
24 DE NOVIEMBRE DE 2007
A las 12´00 horas, en la Plaza Weyller, Santa Cruz


Es tu derecho, es tu expresión libre y democrática.

Di SÍ al uso del dinero para mejorar la Sanidad Pública y la Educación Pública,

Di SÍ al uso del dinero para crear empleos rurales y dignificar los sueldos de los agricultores y ganaderos,

Di SÍ a la creación de empleos para mejorar el medio ambiente, para conseguir una soberanía alimentaria y energética,

Di SÍ a un verdadero transporte público, eficaz, rápido, gratuito, accesible para todos y desde todos los rincones de la isla,

Di SÍ a la cultura, al enriquecimiento entre culturas, pero no a la aculturación de nuestras raíces…

Y di muchas otras afirmaciones que queremos en nuestras islas y que ellos se han olvidado, en pro únicamente de la destrucción del territorio.



¡ YA ESTÁ BIEN ¡

14 noviembre, 2007

El Ayuntamiento de Donostia recibe el premio ISR 2007 a la gestión más sostenible en el ámbito público

El jurado destaca las actuaciones llevadas a cabo por el consistorio en la implantación de la Agenda 21 Local, la lucha contra el cambio climático, el desarrollo de una política propia de medio ambiente urbano, o las campañas de sensibilización y concienciación ciudadana en materia de residuos.

Ya se han fallado los PREMIOS ISR 2007, cuyo objetivo es reconocer públicamente, y con carácter anual, a aquellas personas, empresas o instituciones que con su actuación contribuyen de manera relevante al cumplimiento de los principios del Desarrollo Sostenible, en su dimensión social, económica y ambiental.
En su quinta edición, el premio ISR a la mejor actuación sostenible en el ámbito público ha recaído en el Ayuntamiento de Donostia por su compromiso en la lucha contra el cambio climático, el fomento de la participación ciudadana, el desarrollo de una política propia de medio ambiente urbano o el éxito en la implantación de la Agenda 21 Local.

Precisamente, el jurado ha valorado muy positivamente el alto grado de desarrollo conseguido en la Agenda 21 Local; un modelo de gestión municipal que conjuga el respeto al medio ambiente, con el desarrollo económico y el bienestar social, los tres pilares fundamentales de cualquier política basada en la sostenibilidad. La Agenda 21 Local donostiarra fue adoptada en 1998 y desde entonces la ciudad se ha volcado en el proceso de desarrollo. Primero en el establecimiento de los programas y objetivos, después en la detección y medida de los principales problemas ambientales de la ciudad y, posteriormente, en el Plan de Acción para eliminar o aminorar los efectos negativos sobre el entorno.

El jurado también ha tenido en cuenta los esfuerzos realizados durante los últimos años para reducir la emisión de gases de efecto invernadero en la capital Guipuzcoana, materializados finalmente en el I Plan Local de Lucha contra el Cambio Climático, que engloba un total de 200 actuaciones para cumplir con los objetivos fijados en el Protocolo de Kioto, siendo así uno de los primeros municipios a nivel estatal en disponer de un instrumento estratégico de estas características. Asimismo cabe destacar el desarrollo de una estrategia política propia de medio ambiente urbano, que en próximas fechas se pondrá en marcha.

Junto al desarrollo de estos proyectos, el Ayuntamiento ha llevado a cabo una importante labor para aumentar los canales de información y participación pública, que han elevado el nivel de concienciación y sensibilización en temas de tal calado como la recogida selectiva de los residuos, el cuidado de las playas y el entorno natural, o simplemente, al lograr avanzar hacia un consumo más responsable.

De hecho, Donostia-San Sebastián se caracteriza por tener un amplio tejido asociativo. Entre las numerosas asociaciones inscritas en el registro municipal, 15 de ellas desarrollan sus actividades en ámbitos relacionados con el medio ambiente. Muchas de éstas participan en el Consejo Asesor del Medio Ambiente creado para avanzar en el proceso de implantación de la Agenda 21 Local.

Los premios del Instituto para la Sostenibilidad de los Recursos se instauraron en 2003. Cada año, los miembros del senado del ISR proponen a una serie de candidatos, que luego son evaluados por un jurado independiente, compuesto por cinco personalidades de absoluta relevancia pública en diferentes sectores.


Fuente: Instituto para la Sostenibilidad de los Recursos

13 noviembre, 2007

Muere la costa

"No se pueden maltratar los recursos naturales, crear impactos en la costa y permitir un crecimiento residencial desmesurado e incompatible con un turismo de calidad”. Eso ha dicho, hace poco, el presidente balear, Francesc Antich. Es una frase afortunada, pronunciada a raíz de la paralización de varias urbanizaciones en primera línea de costa en aquellas islas mediterráneas. Pero, trasladando la sentencia a la realidad del Archipiélago canario (creo tan necesaria la transpolación), ¿cómo conciliar esta afirmación, tan ‘de cajón’, con la necesidad de programar de manera paralela el crecimiento urbanístico con el cuidado del medio ambiente?

La realidad es muy complicada. Porque la manga ancha hacia las iniciativas privadas ha campado durante muchos años por nuestra costa, y se han permitido desmanes que, con el tiempo, se han convertido en aberraciones urbanísticas que han despedazado parte, por no decir casi todo, del litoral: cemento y balaustres. Hace poco, el derribo de unas casetas ilegales en la costa de Fuencaliente, en la isla de La Palma, convirtió al brazo ejecutor de la ley, en este caso de la Dirección General de Costas, en un auténtico rodillo aplastador, insensible e implacable, de derechos de los ciudadanos. Pero, habría que preguntarse, ¿de qué derechos?, ¿tiene algún tipo de derecho el que usurpa el espacio público costero (o haya usurpado hace diez, quince, cincuenta o cien años) e instala allí sus cosas, sus aperos, sus hamacas, sus cacharros, para años después defender que ese terreno es suyo y puede hacer en él lo que le venga en gana, porque así lo manda la tradición? Todo esto, amparado en una muy humilde condición. ¿Qué tipo de tradición es esa?

De la misma manera, y a otra escala, se siguen proyectando puertos deportivos e industriales, urbanizaciones, atentando contra todo, y no se aplican las mismas medidas conservacionistas que mueven aquellos tractores que arrasan las casetas de la playa. Este es el caso, por ejemplo, del de Granadilla, del proyecto de la costa de Tacoronte, o de los solares recién construidos en El Tamaduste de El Hierro. Los que defendemos una Canarias sostenible no debemos dudar en ser intransigentes, combativos y exigentes con todos estos atentados, sean legales (o mejor, amparados por la ley) o no.

El desarrollismo permitido por las leyes gubernamentales (el del Puerto de Granadilla por ejemplo, el de la recalificación sin criterio ambientalista de terrenos, el de la construcción amparada) es altamente tóxico para la costa, pero también lo es el ilegal, el de los malpaíses destrozados por los bloques y las basuras, el de los sebadales aniquilados por los emisarios ‘domésticos’ y los residuos vertidos a la costa, tantas neveras, neumáticos, papeles, latas, plásticos… Ser ecologista significa amar la naturaleza y, por ello, actuar en consecuencia. Consiste en ser crítico con todo lo que afecta a nuestro entorno, lo que es un abuso de poder, pero también lo que nos resulta sentimentalmente más cercano, y no solamente criticar según nos interese e ir con una bandera a las manifestaciones.

Aire a gritos

¡Parece increíble¡ comentó alguien cuando esta mañana leí la noticia que decía que Canarias es la segunda región de España que más contamina, después de la comunidad de Madrid. No lo parece, lo es, he pensado casi inmediatamente. Los políticos y responsables de Medio Ambiente del Archipiélago presumen continuamente de que se en las islas el 42% del territorio está protegido. En cierta ocasión, mientras hacía una entrevista al titular de la Consejería de Medio Ambiente del Gobierno y se le llenaba la boca con estos datos, pensé, para mis adentros, que se había llegado a la conclusión que había que proteger el 42% del espacio insular, pero para resguardarlo de las actitudes de las personas que habitan el otro 58.

Tener una amplia nómina de espacios en los que hay un cartelito que reza “está usted entrando en un espacio protegido…” no es suficiente para cumplir con las necesidades que el planeta viene manifestando desde hace siglos. Esto se acaba. La única solución posible para el globo terráqueo, aunque al aspirante Rajoy le conste lo contrario (porque se lo ha dicho su primo), pasa por mejorar nuestra ‘educación’ ambiental. Y la única praxis posible está en las decisiones locales, que deben ser (más) acertadas, estrictas e intransigentes. “Piensa globalmente y actúa localmente”, es esta una máxima que de tanto repetirse se ha convertido ya en un tópico. Sin embargo, no se podrán mejorar los niveles de emisiones si cada vecino no hace lo mínimo, no reduce la basura, no deja de usar su coche para desplazarse cuarenta metros abajo en la misma calle, no cierra el grifo mientras se lava los dientes, y en definitiva, no piensa más ecológicamente. Las buenas voluntades existen, es verdad. Pero con ellas no se mejorará jamás el estado de las cosas. Un territorio frágil, fragmentado, ‘periférico’ como el archipiélago de las Canarias no puede permitirse el lujo de tener unos índices de contaminación 10,4 veces superiores a su nivel de regeneración de lo que ha contaminado. Y la prueba está en la calle. Las islas son un infierno: no cabe ni un sólo coche más, y ya no queda espacio para un metro de asfalto más, el agua se acaba, los niveles de dependencia de los combustibles fósiles son desorbitados, los vertederos están llenos, y amenazan con desbordarse. Y todas las soluciones, todas las que se proponen, parecen añejas y ridículas, de otro siglo. Son tan costosas que cuando se terminan poniendo en práctica son ya claramente ineficientes. El tiempo apremia, y aún los ciudadanos y sus gestores no nos hemos dado cuenta de que no podemos esperar por los gobiernos para empezar actuar, que esto es un tema individual, de cada uno. Por un lado vivimos en un auténtico paraíso ecológico: Canarias es el lugar de España con más insolación, con una fuerza eólica magnífica, bosques, espacios protegidos… pero la otra cara de la moneda es el resultado del aburguesamiento, y la falta de conciencia de todos los que vivimos aquí: un auténtico paraíso, pero podrido ya, resultado de nuestras propias acciones, inconscientemente quizás, destructivas.

Estamos equivocados, no vamos por el buen camino. Esto no es calidad de vida para nuestros hijos. Otra vez, los canarios hemos tomado el camino equivocado.